La disfagia, una secuela del Covid en pacientes graves

Disfagia y Covid-19
  • La disfagia es una de las secuelas del Covid-19 en pacientes graves que han necesitado soporte respiratorio

  • Este trastorno, que supone la dificultad para tragar, puede conllevar un mayor riesgo de asfixia

  • El diagnóstico precoz es fundamental

La disfagia, un trastorno de la deglución que implica la dificultad para tragar, es una de las principales secuelas que sufren los pacientes con COVID-19 que han permanecido un periodo de tiempo prolongado ingresados, sobre todo tras las estancias en la UCI, e intubados”. Esta es una de las conclusiones expuestas durante el 71º Congreso -virtual-de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).  Se estima que un 10% de estos pacientes manifiestan este trastorno.

El agravamiento de la infección por Covid, puede requerir que el enfermo necesite algún tipo de soporte respiratorio, incluida la intubación endotraqueal y la ventilación mecánica, con nutrición enteral a través de una sonda nasogástrica. Según explican los expertos, “estas condiciones aumentan el riesgo de disfagia y aspiración”. “Las intubaciones prolongadas, el déficit de función pulmonar residual y la pérdida de masa muscular pueden producir dificultad para tragar. Pero también las afectaciones neurológicas que se han visto en muchos pacientes tras la COVID-19 pueden estar involucradas en el desarrollo de la disfagia”, concluyen.

La disfagia puede traer también otras consecuencias para el paciente: tendrá mayor riesgo de asfixia y de neumonía por aspiración. Así como de un retraso en el retorno a la alimentación oral, de desnutrición y una disminución en su calidad de vida. Por ello,  especialistas de la Unidad de Disfagia de la Fundación Jiménez Díaz advierten que “es vital diagnosticar de forma precoz e iniciar su tratamiento lo antes posible para disminuir el riesgo de complicaciones graves”.

Según explican, “entre los diversos factores que ocasionan la disfagia, se encuentran enfermedades asociadas al nuevo coronavirus que producen una alteración en la forma de tragar -como la polineuropatía del paciente crítico, la sarcopenia o patología neurológica como el ictus o el síndrome de Guillain-Barré-. Y procedimientos que pueden ser necesarios durante el ingreso hospitalario en una UCI, como las técnicas de intubación y las traqueotomías -por el trauma laríngeo, la disminución de la sensibilidad en la laringe, la alteración de reflejos (como el gastroesofágico) o la alteración en la coordinación entre la respiración y la deglución”.

Estos expertos insisten en la importancia de “descartar los problemas deglutorios en todo paciente extubado o que haya requerido una traqueotomía. Y que esto se realice lo antes posible para evitar complicaciones“. Las personas que sufren disfagia tienen más posibilidades de padecer deshidratación, desnutrición y patología respiratoria, como la neumonía broncoaspirativa.

Los síntomas más frecuentes de las personas que sufren disfagia, según recoge la Fundación Jiménez Díaz, son:

  • Tos s y/o carraspeo persistente durante o después de las comidas
  • Atragantamientos frecuentes
  • Cambios en la calidad/tono de la voz (ronquera/afonía), coincidiendo con las comidas
  • Necesidad de tragar varias veces para poder tomar una misma cucharada.
  • Babeo frecuente.
  • Mantener la comida en los carrillos.
  • Comer mucho más despacio de lo habitual.
  • Desinterés por comer, ya que les supone un esfuerzo
  • Cambios en los hábitos alimenticios, rechazando ciertos alimentos que antes tomaba de manera habitual y ahora evita por miedo a los atragantamientos.

La Fundación ha elaborado un catálogo de recomendaciones para las personas con problemas de deglución

Atragantamientos

Una de las consecuencias más frecuentes que ocasiona la disfagia es el atragantamiento. Para evitarlo, es importante la prevención, la introducción de pautas que eviten en la medida de lo posible que se produzcan estos accidentes, que pueden llegar a causar la muerte del paciente. Intervenir de forma rápida es fundamental. De hecho, ante la asfixia por atragantamiento si no se reacciona con rapidez entre el minuto 4 a 6 hay daño cerebral posible; entre los 6 y 10 minutos, daño cerebral probable, y a los 10 minutos, muerte cerebral probable.

El protocolo ante dichas situaciones, establece pautas de actuación (como se puede ver en este video) como animar a toser, palmadas escapulares, maniobra de Heimlich o compresiones torácicas. Pero en muchas ocasiones, dependiendo de la situación en la que se produce dicho suceso y al estado físico o de salud de la persona afectada no es posible practicarla o está contraindicada.

En estos casos en el que los protocolos actuales no son efectivos, existe un dispositivo médico de emergencia, LifeVac que ayuda a minimizar el riesgo de muerte evitable cuando todo falla.  Está diseñado para que cualquier usuario pueda actuar rápidamente en caso de una emergencia por asfixia por atragantamiento, independientemente de la edad o condición física del afectado y de la persona que lo realiza (ver más información)